La
Ley de Inteligencia
Artificial de la Unión Europea (AI Act), aprobada en 2024 y en proceso de
aplicación progresiva, establece un marco pionero para clasificar los sistemas
de IA según su riesgo y exigir garantías de transparencia, trazabilidad y
supervisión humana.
En España, esta normativa se complementará con la futura
Agencia Española de
Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA), encargada de velar por
la ética y legalidad en el uso de algoritmos.
Pero la legislación
todavía está adaptándose. En ámbitos como el derecho penal o la contratación
automatizada,
las reglas sobre la autoría, el dolo o la culpa resultan
insuficientes. El legislador aún no ha determinado claramente cómo imputar
responsabilidad a decisiones generadas sin intervención humana directa.